Home / De la mano de Víctor Calzado: Demasiado positivismo, la paradoja de Stockdale

Desayunaba esta mañana con una típica frase de Edison, que no deja de transmitirse de forma regular por las redes sociales como parte de la plaga de pensamiento positivo que nos azota en estos tiempos de New Age y Pacha Mama: «Muchos de los fracasos en la vida suceden porque la gente no se dio cuenta de lo cerca que estaban de tener éxito antes de rendirse».

La frase es de Edison, persona perseverante donde las hubo.

Pero yo, siento las equivocaciones con los que piensan que soy el presidente del club de fans en España de Pablo Collejas, prefiero otra de las frases de Edison para dar contexto a esta primera frase: «El genio es uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración» o por ejemplo: «Yo no hice nada por accidente, ni tampoco fueron así mis invenciones, todo vino gracias al trabajo».

De hecho, una de mis frases «positivas» favoritas es esa que dice: «Todo ocurre por alguna razón, por ejemplo porque eres idiota». Mi libro de auto ayuda de cabecera es «Happiness» de Will Ferguson, un libro mágico y desternillante, os lo recomiendo, para los que piden siempre que les recomienden libros.

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La sociedad de consumo nos ha convertido en seres superficiales en busca de gratificaciones instantáneas y soluciones universales a todos nuestros problemas. A su alrededor, como parte del sistema mismo, han surgido manadas completas de gurús, personal coachs, consejeros emocionales y otros personajes circenses que viven de comerciar con las miserias y aflicciones humanas.

Su máxima es el más por menos. Prometen los máximo, exigen lo mínimo y devuelven más miseria y aflicción mientras incrementan sus cuentas corrientes a la salud de las brigadas de pardillos que les siguen en sus recetas, tan tópicas como superficiales y falsas.

Me atrevería a decir que el daño que estas personas, muchos de hecho ya millonarios gracias a la estupidez humana, le han hecho a nuestra sociedad es mucho mayor que el que puedan hacer los homeópatas con sus fórmulas mágicas para curar el cáncer y cualquier otra enfermedad.

Una de las frases bandera de esta nueva sociedad alienada y saciada por super gurús que intentan convencernos de que somos demasiado negativos es del mismísimo señor Collejas y dice algo así como: «Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla». Salvo que trabajes en el CERN y seas un físico en búsqueda de la fusión fría creo que vas a conseguir poca ayuda de las estrellas.

Vivimos una era gobernada por lo que Rafael Santendreu, siempre educado y muy moderado llama «El pensamiento mágico» y el histriónico Odín Dupeyrón llama «El pensamiento mágico pendejo».

Si bien es cierto que el exceso de negatividad nos aleja de nuestros objetivos casi de forma irremediable, lo mismo ocurre con el pensamiento positivo sin medida, el optimismo sin medida nos puede hacer caer en lo que se conoce como la Paradoja de Stockdale.

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James Stockdale fue el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam. Cautivo y torturado durante 8 años explicaba quienes eran los prisioneros que más fallecían en Vietnam. Eran los prisioneros optimistas, esos que no dejaban de repetir: «saldremos de aquí», «las próximas navidades ya estaremos en casa». Llegaban las navidades y la previsión no se cumplía. No pasa nada, pasaban la fecha al verano, pero tampoco llegaba. El Señor Positivo, viendo que sus previsiones nunca se cumplían se rendía y sucumbía.

Lo mismo sucede con muchos de los seguidores de estos supergurús que inundan las redes sociales con sus máximas y libelos, viven en una montaña rusa emocional que les destruye poco a poco, sin tener un problema de base se convierten en bipolares facultativos, en clientes de psicólogos y psiquiatras. Las decepciones por expectativas incumplidas se vuelven tan frecuentes que su mundo se derrumba cada dos por tres.

Sus gurús, lejos de situarlos en la realidad los recolocan de nuevo en la casilla de salida, aludiendo a las 6 quiebras de Henry Ford, o a los fracasos de Steve Jobs y Will Gates antes de triunfar, poniendo como ejemplo de superación a lo que en realidad son tres personas excepcionales.

La paradoja de Stockdale en el fondo pone de manifiesto que tan importante como el optimismo para afrontar los peores golpes de la vida lo es el afrontar estos hechos con disciplina, haciendo todo lo posible por superar los problemas pero siendo conscientes de sus peores consecuencias, sin esperar que la conversión de hidrógeno en helio nos venga a ayudar a superarlos, encontrando energías alternativas limpias y baratas mientras llega el santo grial de la fusión fría a nuestras vidas.

¿Pero esto va de poker? pues sí, la varianza nos castiga cual prisioneros del Vietnam, y no, esta vez ni Rambo ni Chuck Norris pueden hacer nada por nosotros, sólo más trabajo y más disciplina pueden sacarnos del lío y hacernos pasar las navidades en casa.

De ahí que me pase la vida recordándoos lo importante que es asumir la varianza y sus consecuencias como parte del juego y que os recuerde que la disciplina y la autocrítica son claves para triunfar y batir al juego.

Nada de lo que podamos creer, hacer, desear, pedir al cielo o invocar con santería puede sustituir al trabajo, NADA.

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Creer en nosotros es igual a creer en nuestro trabajo, en nuestra capacidad de mejorar, en nuestra capacidad de echarle horas para poder superar nuestros baches de juego, y nuestras carencias, que siempre son muchas. No venirnos abajo, igual que no nos venimos arriba, y seguir trabajando.

Esperar levantarnos un día y que los dioses del poker nos hayan tocado con su dedo mágico, porque es lo que más deseamos en la vida sólo nos va a servir para desesperar. Creernos demasiado buenos o demasiado malos tampoco.

Muchas de las personas que se han visto influenciadas por esos bichos malignos deberían darle una oportunidad a la realidad, y no esperar que un poder superior o nuestra capacidad de desear lo resuelva.

Si alguna vez os habéis visto tentados a caer en estas recetas mágicas, si alguna vez habéis pensado que vuestro deseo de triunfar os hará ganar al poker os propongo que que a parte de trabajar en el juego le dediquéis trabajo a vuestras emociones, a vuestros conceptos, a aprender a gestionar vuestras expectativas con honestidad.

En ese sentido os recomiendo buscar material de Rafael Santandreu, un psicólogo catalán que no vende humo ni recetas mágicas sino la capacidad del trabajo para transformarnos, como personas y como jugadores.

He de decir que nunca me he visto tentando por estas cosas pero el escuchar a Santandreu en una conferencia que ha repetido en varios lugares: «El arte de no amargarse la vida», me ha ayudado mucho a gestionar mis metas, mis emociones, y mi vida, y como parte de mi vida mi juego y mi relación con la varianza.

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