Home / Johnny Lodden: “¿Rechazarías un pacto en un gran torneo?”

En los grandes torneos de poker, sobre todo en aquellos con premios que quitan el sentido, no es extraño empezar a oír hablar de «pactos» en los últimos compases del día; la diferencia entre finalizar en una posición o en la siguiente puede estar valorada en muchos miles de euros.

Por supuesto, es una decisión personal, y hay posturas radicalmente opuestas a la hora de afrontar una situación de acuerdo. Algunos piensan que es una locura arriesgarse cuando la diferencia entre premios es tan alta, y prefieren minimizar riesgos y embolsarse el dinero. Otros sostienen que, una vez aceptado el pacto, su juego se resiente, ya que parte de la tensión, del estado de alerta en el que estaban, se diluye nada más garantizarse una suculenta cantidad: «De repente, ya no tienes la zanahoria delante de tus narices para animarte a seguir; y si la tienes, es mucho más pequeña. Para mí, es decir adiós a la zona«.

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Para añadir un poco de leña a la polémica, hoy os traemos las confesiones del jugador del Equipo PokerStars Pro Johnny Lodden. No dejéis de leer para conocer las impresiones sobre los acuerdos de uno de los grandes.

«Para empezar, hay que tener la teoría clara. Recuerdo un WarmUp en el que solo quedábamos tres jugadores. Yo tenía muchas menos fichas que los otros dos, pero, debido a su inexperiencia, acabé por pactar por el mejor premio. Me parece recordar que conseguí unos 7.000 $ que, según los números, no me correspondían. Fue un torneo especialmente memorable, ya que lo jugué con mi hijo recién nacido junto a mí.

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En términos generales, no me gustan los pactos. Acaban con gran parte de la estrategia de la mesa final. Cuando todo el mundo fija su mirada en los premios y en las diferencias que hay entre puesto y puesto, puedes darte cuenta de quién tiene miedo, quién está dispuesto a tirar su mano para tratar de alcanzar una posición más y quién va a jugar para aprovecharse de este miedo. Por lo general, suelo tener la sensación de que tengo una mayor ventaja si lo juego, ya que la ausencia de acuerdo me permite aumentar la presión sobre aquellos jugadores y mejoran mis opciones de llegar más lejos (y cobrar más).

Pero no es solo el dinero; los pactos también suelen acabar con la mayor parte de la diversión. Cuando estoy en una mesa final, me gusta ganar y disfrutar del camino hacia la victoria. Estoy dispuesto a sufrir las consecuencias cuando las cosas no salen bien, a cambio de disfrutar plenamente de la experiencia del triunfo.

En la última Gran Final del EPT en Monte Carlo no llegamos a un acuerdo, a pesar de que la presión era enorme. Los premios pasaban de 467.000 € a 842.000 € y a 1.224.000 €, una locura, pero ni a Andrew Pantling ni a Steve O’Dwyer ni a mí nos preocupaba jugárnosla. A pesar de que en mi caso no salió bien (acabé tercero), la experiencia fue genial y la sensación de lucha, indescriptible.

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Si no me hubiese enfrentado a estos dos monstruos del poker, seguro que me podría haber aprovechado de los saltos entre premios para añadir más presión a mis rivales. En la mayoría de los casos, incluso en un EPT, cuando el juego se reduce a tres o cuatro jugadores, siempre suele haber alguien que modifica su juego a causa de las diferencias entre los premios. Estas diferencias dejan de existir en cuanto se alcanza un acuerdo.

Pues eso, casi siempre me gusta luchar por el triunfo. ¡Juguemos!»

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