El Casino de Spa: esta Ciudad Belga no es Solo para los Aficionados al Motor y a los Balnearios
No ha pasado tanto tiempo desde aquella época en la que la ciudad de Spa era el lugar elegido por los personajes más célebres para divertirse, así como el lugar de celebración de numerosos eventos sociales. El casino era, sin duda, una de las actividades por excelencia de esta pequeña ciudad de Bélgica.
En el siglo XVIII, la pasión por los juegos de azar aumentó y se extendió por toda Europa.
Surgieron así salones de juegos improvisados en tabernas, bares e, incluso, en los salones privados de la aristocracia o de la corte. Por lo que, en 1762, el príncipe obispo ordenó al magistrado la apertura del primer salón dedicado, en exclusiva, a los juegos de azar, dando lugar así a uno de los casinos más antiguos del mundo.
Este casino, que entonces se llamaba Redoute, cerró por primera vez sus puertas durante la ocupación francesa de 1794, al igual que el resto de casas de juego que se encontraban en el territorio que ocupó Francia.
Sin embargo, doce años más tarde, Napoleón firmó un decreto en el que se aprobaba la reapertura de los salones de juegos y el Casino de Spa volvió a abrir sus puertas. De hecho, pocos años después, se construyeron en esta ciudad otros dos salones de juegos: Waux-Hall y Levooz.
El Casino de Spa, gracias a la dilatada experiencia que había adquirido con los años como casino y como lugar de celebración de eventos sociales, fue decisivo para la apertura del Casino de Mónaco. Cuenta la leyenda que los crupieres de Spa viajaron hasta Mónaco para enseñar este oficio a los aspirantes allí presentes.
Por las salas del Casino de Spa han pasado celebridades de la talla de Victor Hugo, Alejandro Dumas, Pedro el Grande, la familia real de Bélgica o Casanova.
El edificio y sus instalaciones
La estructura que alberga el Casino de Spa es impresionante.
La base de este lugar de entretenimiento está formada por edificios antiguos y en perfecto estado de conservación. En sus maravillosas salas todavía se puede ver y sentir la esencia de finales del siglo XVIII.
En el exterior del edificio podemos disfrutar de un parque precioso lleno de flores; al pasear por él nos será fácil imaginar los carruajes de la aristocracia que acudían hasta las puertas de entrada al casino. Y en el interior del edificio es difícil no quedarse fascinado con las columnas y decoraciones de la época tan bien conservadas.
Por otro lado, las mesas (cuya construcción es mucho más moderna por razones que resultan obvias) se adaptan a la perfección al entorno, evitando así un contraste que pudiese romper con la estética del lugar; como sí que ocurrió, por desgracia, en el interior de la sala de las máquinas tragaperras.
Podemos llegar a entender que en un casino es importante que haya una sala destinada a las tragaperras, incluso aunque esta rompa con la armonía del espacio; por lo que podríamos pasar por alto la presencia de estas slots en un lugar que, sin duda, se habría visto favorecido si no existiese esa sala.
Los juegos de mesa y las tragaperras
«Más de 100 tragaperras en una sala exclusiva», así es como anuncia el propio Casino de Spa su sala de máquinas tragaperras.
Entre su oferta también está la ruleta electrónica, las slots de vídeo y las tragaperras con jackpot. Esta sala abre todos los días de 11 de la mañana a 4 de la madrugada y hasta las 5 los sábados y domingos.
Si tenemos en cuenta la construcción y estructura de este casino, podemos decir que, aunque no es comparable con Las Vegas, 100 slots son más que suficientes.
Los juegos de mesa, en cambio, ocupan el lugar que les corresponde dentro de las salas más bonitas de este casino.
No faltan los grandes clásicos como el blackjack (que en aquella época todavía se conocía como «veintiuno»), el bingo, la ruleta y, por supuesto, el póker.
En el Casino de Spa podemos disfrutar de numerosas variantes del póker, tales como el Texas Hold’em o el póker Omaha. Además, todos los sábados se celebra el torneo semanal de Cash Game en la mesa de póker.
Se puede reservar con antelación llamando directamente al casino y, si la reserva es de al menos 4 horas, el casino ofrecerá al jugador una cena en su restaurante.
Los restaurantes
Este es uno de los puntos débiles de este casino y, seguramente, uno de los motivos por los que no suele estar entre los más famosos del mundo.
En los casinos americanos podemos encontrar desde un McDonald’s hasta un restaurante de cocina asiática creativa, pero en Europa la restauración suele ir en consonancia con el territorio en el que se encuentra.
Por este motivo, nos sorprende y decepciona la oferta de restaurantes del Casino de Spa.
Es cierto que hay un restaurante entre las salas de este establecimiento, pero lo mejor que podemos decir de él es que tienen comida y punto.
El menú no resulta muy apetitoso, ya que está formado por platos cocinados a la plancha y algún intento de comida italiana.
Entre sus platos podemos encontrar unas tristes albóndigas (o sucedáneo de albóndigas) en salsa con patatas fritas; el «pescado del día», que merecerá la pena en función de si la pesca del día ha ido bien o mal; espaguetis a la boloñesa; macarrones con salsa de cuatro quesos; hamburguesas; costillas de cerdo y filetes de carne.
Al menos, el precio de los platos sí que va acorde con la calidad de la oferta gastronómica.
No tenemos nada en contra de la restauración con precios asequibles, pero habría sido mejor elegir algo con calidad, por ejemplo, platos sencillos pero bien cocinados y, lo más importante, que fuesen una demostración de la gastronomía de la zona.
Allí solo encontramos una mezcla de platos paneuropeos que la verdad es que no nos convenció.
Espectáculos y entretenimiento
En primer lugar, es importante decir que este casino no suele ser escenario de espectáculos, ni siquiera en períodos concretos del año.
Sin embargo, en la ciudad de Spa no solo podremos disfrutar del casino, ya que allí se encuentra el gran circuito de Fórmula 1 llamado Spa-Francorchamps al que podrán acudir los aficionados e, incluso, si tienen suerte, podrán ver algún Gran Premio.
Los balnearios de Spa fueron los pioneros en el sector del turismo termal en todo el mundo; de hecho, en muchos hoteles, los balnearios se llaman «spa».
Los balnearios de esta ciudad y sus alrededores ofrecen unas magníficas vistas desde las alturas, de las que podremos disfrutar si subimos en funicular desde el centro de la ciudad a la cima de la colina que la rodea.
Por último, pero no por ello menos importante, en Spa también hay Brasseries. Al pasar por una de estas cafeterías notaremos la influencia que tuvo la dominación de Francia en estas tierras. Allí se hornean a diario todo tipo de productos que llenan las calles de ese maravilloso olor a cruasanes, bollos y pasteles… ¡imposible resistirse!